AFECTOS Y TRISTEZAS

Los afectos se entremezclan con las tristezas, y la vida da sus golpes, que nos endurecen, nos amargan. Sentimos pena, porque cada conflicto causa distanciamiento, y la lejanía produce quiebres, genera ausencias también definitivas. No es fácil tratar con los otros, pues las relaciones humanas son como la cristalería de una vitrina: cualquier temblor las triza y, a veces, las rompe sin posibilidad de recomponerlas.

Existen momentos de tristeza que no pueden ser negados. En muchas instancias, convivimos con tensiones y menosprecios, con heridas y espinas que frustran el cariño y alejan a las personas. El crepúsculo de los afectos ensombrece el pasar de las horas y prolonga la agonía de un tiempo que transcurre desencantado.

¿Cómo superar la desilusión? Simplemente, abandonando las idealizaciones exageradas, que dibujan un rostro que no es real, que esbozan una figura desmedidamente atractiva, que presentan como verdad lo que es sólo ficción.

No se trata, por cierto, de vivir en el pesimismo. No es ése un camino deseable para nadie. Pero hay naturalezas demasiados extremistas en sus expectativas respecto de los demás. Piensan, erróneamente, que el mundo debe girar a su alrededor y, si ello no ocurre, se enojan con cualquiera que no les dé el trato que ellos consideran justo y adecuado.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida y estimada amiga:

Ahora sé, dónde recurrir cuando precise de un lugar para encontrar la paz de mi alma y la dulzura de tu corazón.

Sabes que cuentas con mi reconocimiento, con mi admiración y especialmente, con mi amistad incondicional.

El tiempo pasará y colocará cada cosa en su lugar; y aunque a veces, tengamos que pasar por descarnadoras experiencias, todo poesee un sentido y es parte de nuestro aprendizaje como personas inquietas y buscadoras de la armonía interior.

¡Qué Dios te bendiga!

¡Confía en tí, en tu interior reside todo lo que precisas conocer!

Un abracito de algodón y un besito de chocolate.

Te quiere,

Vesta