EL BUEN COMBATE

El buen combate

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El hombre nunca puede dejar de soñar, los sueños son el alimento del alma, así como el alimento del cuerpo es la comida.
En muchas ocasiones, durante nuestra existencia, vemos cómo se rompen nuestros sueños o se frustran nuestros deseos, pero es necesario continuar soñando, pues, en caso contrario, nuestra alma se muere y Ágape no penetra en ella. Ágape es el amor universal, aquel que es más grande y más importante que el sentimiento de simpatía por alguien en concreto......
El buen combate es el que se entabla en nombre de nuestros sueños. Cuando éstos revientan en nuestro interior con toda su fuerza (en nuestra juventud) nos sentimos muy valientes, pero aún no sabemos luchar.
Después de mucho esfuerzo, aprendemos a luchar, pero entonces ya no contamos con el mismo valor para combatir. Por esta razón nos volvemos contra nosotros mismos y, combatiéndonos, nos convertimos en nuestros peores enemigos.
Alegamos que nuestros sueños eran infantiles, difíciles de llevar a cabo o fruto de nuestro desconocimiento de la realidad de la vida.
Matamos nuestros sueños porque tenemos miedo de combatir en el buen combate.........
Un síntoma de la muerte de nuestros sueños es la paz. La vida se transforma en una tarde de domingo sin grandes exigencias, que no nos pide más de lo que queremos dar.
Pensamos entonces que hemos alcanzado "la madurez”, dejando atrás las "fantasías de infancia”, y logrando nuestra realización personal y profesional.
Nos sorprende que alguien de nuestra edad diga que aún espera determinada cosa de la vida.
Pero en lo más hondo de nosotros mismos sabemos que lo que ocurrió fue que renunciamos a luchar por nuestros sueños.
Al renunciar a nuestros sueños y hallar la paz, entramos en un periodo de tranquilidad.
Pero los sueños muertos empiezan a pudrírsenos dentro, corrompiendo a continuación todo ambiente en el que vivimos.
Comenzamos a comportarnos con crueldad con los que nos rodean y llegamos, finalmente, a dirigir esta crueldad sobre nosotros mismos.
Aparecen las enfermedades y la psicosis.
Lo que queríamos evitar en el combate (la decepción y la derrota) pasa a ser el único legado de nuestra cobardía.
Y por fin, un día, los sueños muertos y podridos enrarecen el aire haciéndolo difícil de respirar, y empezamos a desear la muerte que nos librase de nuestras certezas, de nuestras ocupaciones y de aquella terrible paz de tardes de dominicales.
Evitemos semejante situación encarando este año con la reverencia del misterio y la alegría de la aventura.
Paulo Coelho.

Un beso de chocolate y un abrazo de algodón.

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