
Todavía más grave para los ejércitos occidentales y para las fuerzas de conservación de la paz es que, según los Cascos azules, el niño soldado es un arma que los incapacita para actuar: “No podemos contraatacar sin traicionar nuestra ética de cara a los chicos y chicas”; un terrible problema estratégico, filosófico y militar…
En Les anges cannibales (Ed. Le Rocher, 2004), el “general Mosquito” de Sierra Leona presentaba así al ejército más poderoso de África, los niños soldados: “¿En Liberia? ¡Hay quince mil! ¡Combaten a los dictadores en Angola, el Congo, Zaire, Somalia, en todos los frentes! ¿En África? ¡Son por lo menos ciento cincuenta mil!... Están por todas partes”. Pero la guerra, las guerras de rapiña, son máquinas de fabricar la miseria, la pobreza masiva absoluta: El subdesarrollo del Continente Negro…
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