ANTE TODO,MUCHA CALMA

Cuando nos sentimos interiormente bien, en calma y alegres, las situaciones difíciles se nos hacen más manejables...


A pesar de que a menudo culpemos de nuestros fracasos (no de nuestros éxitos) a las circunstancias externas, estas no deberían influir en nuestra paz mental. En realidad son la irritación y la ansiedad internas las que nos pueden hacer percibir el entorno como opresivo. Cuando nos sentimos interiormente bien, en calma y alegres, incluso una situación difícil se nos antoja manejable; si decidimos actuar al respecto, seremos más eficaces si haciéndolo con calma.

La frustración interna es la que crea, directa o indirectamente, los enemigos. Cuando nos sentimos inclinados al odio y a la rabia, proyectamos a nuestro alrededor un campo de paranoia en el que todos pueden resultar rivales potenciales. Sentimos deseos de eliminarlos y damos por sentado que ellos sienten lo mismo que nosotros.

En cambio cuando nos mantenemos tranquilos y no proyectamos enemistad hacia los demás, podemos observarles con mayor objetividad y, en caso de que surjan realmente conflictos, actuar con diligencia para resolverlos. Para alcanzar la libertad y la felicidad es necesario que consideremos el odio como nuestro único enemigo e iniciemos la campaña para su conquista.

En este itinerario hacia el amor habrá que hacer escala en el puerto de la tolerancia inquebrantable y tomar la firme resolución de impedir que la rabia nos domine sea cual sea la situación. Hay que desarrollar una visión penetrante de los procesos internos que provocan la ofensa y aprender a responder con libertad en vez mecánicamente. No se trata de no actuar, sino de que la acción nazca de la sabiduría de la compasión en vez ser una acción destructiva y alocada para tapar cosas que nos duele reconocer.

Fuente:
ROBERT THURMAN, La revolución interior.

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